lunes, 12 de febrero de 2018

Cuba, La Habana en fotos (77)

Hoy vuelvo a conversar con ustedes sobre la llamada Capital de todos los cubanos.
La Habana, este sitio bañado por las olas del mar del norte y que es místico viaje en el tiempo y el espacio para millones de seres de Cuba y del mundo.
Cuando joven nunca quise vivir en “la poma”, como se le decía por aquel entonces.
Aquí estudié, y regresaba una y otra vez a mi terruño pinero, a la Isla de la Juventud.
Este guajiro no se adaptada a la agitada vida citadina.
Pero la vida me tenía en mi destino que regresara acá y echara anclas en su mar de ensueños.
La Habana me abrió las puertas que en alguna ocasión alguien me quiso cerrar, y llegué a la cúspide de la locución cubana en las dos emisoras más importantes de este país: Radio Progreso y Radio Rebelde.
Solo aportando con sencillez, humildad y modestia, a la historia de una profesión tan amada por el pueblo y tan sacrificada en horarios y desvelos.
  En uno de mis recientes viajes a la otrora Isla de Pinos, mientras visitaba a mis padres y veía por la televisión un reportaje sobre La Habana, se me apretó el pecho y salieron lágrimas de mis ojos.
Increíblemente no extrañaba a persona alguna, aquella sensación de tristeza, lejanía y melancolía me la provocaba precisamente esta mega ciudad, sus calles, su arquitectura, sus parques y espacios verdes, sus encantos al caminarla, y por encima de todo su malecón bañado por ese mar que se pierde en el horizonte y se convierte en ocasiones en fiel confidente de tristezas y alegrías.
Me ericé la piel al darme cuenta que ella formaba parte de mi historia, de mi vida, de mis días y noches durante varios años.
Bien saben los pescadores habituales de ese extenso balcón de la ciudad de La Habana y los solitarios o románticos, cuánto se necesita de su aire, de su brisa, de su gente y su risa.
La Habana no ha desplazado a mi tierra natal, a mi Nueva Gerona y a toda la geografía de la ínsula caribeña del archipiélago de los Canarreos, pero sin duda alguna me cautivó y me enamoró.



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