miércoles, 27 de agosto de 2014

El amor como un ocaso

   Cuando cae la tarde me paro en uno de los balcones de mi apartamento aquí en la capital cubana y me extasío al contemplar las tonalidades en que se dibuja el paisaje ante mi.
   En ese momento pudiera decir que estoy feliz por haber disfrutado un día más de vida, o me siento melancólico al no tener a mi lado a una persona que sepa valorar ese sentimiento que mueve al mundo, esa sencilla palabra de cuatro letras, ya sea en idioma español o inglés y que encierra la entrega no solo de pasión, de cuerpo y sexo, sino de alma y valor humano, el amor.
   Entregarse en cuerpo y alma a una persona por quién preocuparnos y ocuparnos es un deseo desenfrenado, pero la vida demuestra que el amor es como los atardeceres, como el ocaso, un suspiro en el tiempo, convertido en recuerdos y con una leve esperanza en un nuevo día que nos depare la posibilidad de volver a amar y ser amado.
   Se dibuja así en el cielo y en el alma, un momento breve, fugaz, que da paso a una oscuridad en el paisaje y en la vida misma.