Juventud,
divino tesoro, encontrado en esta Isla de corsarios y piratas, a donde llegaron
miles de personas de todas las regiones del país y se enamoraron de sus lomas,
de su río, de su playa de arenas negras, de su calle 39 hoy convertida en
Bulevar, de sus campos de pinares.
Es mi gente, la gente de la Isla de la Juventud, los rostros del cubano que se
siente orgulloso de vivir en una ínsula llena de
juventud.