Llegué a la Isla de la Juventud el día seis
de septiembre.
Al siguiente fui a caminar por
el Paseo Martí o Bulevar pinero para tomar otras imágenes del avance del mismo
y la terminación de algunos tramos de la que fuera la principal arteria de
Nueva Gerona, la popular calle 39.
Me
dirigí a la Iglesia católica para que me permitieran subir a su torre o
campanario, y desde allí captar algunas tomas del naciente paseo pinero.
Me
recibió con amabilidad Sucelita, la señora que atiende al público en la
institución religiosa.
Eran pasadas las nueve y treinta de la mañana. El tiempo presagiaba una
inminente lluvia, la cual hacía meses no bañaba los suelos del terruño.
Vísperas
del día de la Patrona de Cuba, La Virgen de la
Caridad del Cobre o la Oshún
del panteón yoruba, la Isla recibía un torrencial aguacero que me mantuvo
dentro de la Iglesia casi cuatro horas.
Constantes descargas eléctricas caían sobre la ciudad y una de ellas dio en el
pararrayos del campanario.
Pasada
la una y treinta de la tarde, la lluvia disminuyó su intensidad y aproveché el
escampón para regresar a la casa. Me decía
mi padre que yo era el hombre que vino con la lluvia, porque fueron días de
intenso sol y calor durante el verano en la ínsula.
Yo diría
mejor que fue La Virgen la que le regaló a los suelos de mi tierra, esa
necesaria lluvia que me acompañó durante los doce días que visité a mi familia,
a mi gente.
En imágenes, las fotos captadas desde el interior de la Iglesia de Nueva
Gerona.