miércoles, 5 de octubre de 2011

Isla de la Juventud en fotos (7)

 
Estas imágenes del lente de Evelio Medina Rodríguez corresponden al poblado de Cocodrilo, otrora Jacksonville, uno de los sitos más hermosos de la paisajística sureña de la Isla de la Juventud.
Algunas de ellas fueron publicadas en el periódico Victoria y otras hechas afiches alegóricos al territorio pinero.
Un regalo visual para los seguidores de Carapachibey, el blog donde la fotografía es la protagonista.
Con el sello artístico del lente de Evelio y la belleza del paisaje de este paraje del sur pinero  
 
También la mano del artista que se dedica a esculpir la piedra que nos caracteriza, el mármol gris, en esta zona de la ínsula caribeña
Típica construcción del primer asentamiento de la entonces Isla de Pinos
   
 Los carretones son uno de los medios de trasporte de los habitantes de esta campestre zona de la Isla
Poblado de Cocodrilo, una zona donde la naturaleza nos engalanó con sus bondades
 El lente de Evelio siempre estuvo presente para ir dejando constancia gráfica de este hermoso poblado costero y los cambios sociales que ha recibido
    
 La costa sur pinera bañada por las aguas del Mar Caribe
La juventud de la zona disfruta las bondades de la naturaleza y vive en una sana armonía con ella

 
 
En el poblado existe un centro para la reproducción de las tortugas, reconocido por organismos vinculados al Medio Ambiente a nivel internacional

 
   Abajo, datos tomados de Ecured:
Poblado Cocodrilo. Ubicado al sur de la Isla de la Juventud, con una población de alrededor de 400 habitantes. Cuenta con una abundante flora y fauna salvaje.
Corría el año de 1902 cuando el joven caimanero Modrill Jackson, quien se ganaba la vida extrayéndole riquezas al Mar Caribe entre las Islas Caimán y el sur de Cuba, arriba a la costa meridional de la entonces Isla de Pinos, con la convicción de que “vine para quedarme”.
Ya con anterioridad había visitado el lugar como parte de sus pesquerías y utilizándolo para el descanso y la carena.
Evidentemente, el paisaje del lugar debe haberle causado una grata impresión. Allí decidió hincar los horcones de su primera vivienda con ínfulas de asentarse y crear familia.
Su ejemplo fue seguido por otros paisanos atraídos por las historias contadas en los descansos y los atardeceres fatigosos, acerca de las bondades del lugar: la buena pesca y la tranquilidad.
La costa acantilada se eleva hasta los 4 metros sobre el nivel del mar, interrumpida por pequeñas ensenadas, recuerdos de antiguas cavernas marinas colapsadas y que en lo profundo de sus bolsones, presentan acumulaciones de arena, verdaderas playas en miniatura.
Además, sus aguas cristalinas provocan la ilusión de que el lecho, cubierto aquí y allá de corales multiformes, se encuentra cercano cuando en realidad la profundidad sobrepasa los 4 metros.
En los tramos carentes de seboruco, las playas magníficas, de finísima arena blanca, se extienden infinitamente.
Es el sitio preferido por las tortugas para depositar sus huevecillos. Encima de los farallones, la vegetación arbustiva se implanta sobre el diente de perro muy agresivo por lo inhóspito del lugar.
La comunidad de Jacksonville se creó con pobladores procedentes esencialmente, de las Islas Caimán, quienes trajeron sus costumbres y su folclore. Aún es frecuente escuchar el idioma inglés como lengua de comunicación entre los más viejos.
La incomunicación del lugar con respecto al resto de la geografía pinera se hacía notar tan pronto como alguien enfermaba, o se producía un accidente y también, cuando la muerte visitaba un hogar. Poco a poco se había abierto un angosto trillo a fuerza de romper maleza, que serpenteaba a lo largo de casi 60 km por dentro del monte hasta llegar a La Pasadita, hoy Cayo Piedra, verdadero puente rocoso natural que al dividir la Ciénaga de Lanier, conecta el Sur con el Norte de la isla. Todavía se habrían de recorrer otras decenas de kilómetros más para llegar al poblado de Santa Fe.
Preferían entonces, la comunicación por mar, esto es, navegar a lo largo de la costa hacia el occidente, e ir bordeando el litoral hasta llegar a Nueva Gerona, capital municipal.
La actividad económica fundamental era la pesca, la caza, algo de agricultura así como la práctica del comercio de rescate, remanente de la época de la piratería que se enseñoreó por estos parajes.
Una de las primeras obras que realizó la Revolución en la zona fue la construcción de un pedraplén, cuyo trazado mejoró sustancialmente la caótica situación en cuanto a comunicaciones y transporte de los pobladores de Cocodrilo, así como de todos aquellos que de manera dispersa, vivan en la zona.
En la actualidad viven en el poblado poco menos de 400 habitantes quienes gozan del privilegio de tener electricidad las 24 horas del día gracias a la donación de una planta eléctrica por una ONG extranjera. Cuenta con servicios de salud, educación y biblioteca. La escuela primaria está vinculada a un programa de la UNESCO para el desarrollo sostenible y la educación ambiental, el cual se revierte en la participación de alumnos en concursos y acceso a literatura actualizada sobre el tema.
Muy cerca del poblado se encuentran las instalaciones del centro de recría de tortugas, centro de reconocido prestigio en el área caribeña por la labor que desempeña en cuanto a salvar las nidadas de huevos de quelonios, su incubación y eclosión, así como el mantenimiento de las crías hasta que tengan el peso y la talla requeridos para ser devueltas al océano.
Unos kilómetros antes de llegar al poblado, en la zona conocida por Cayo Potrero, se ha construido un criadero para el cocodrilo cubano (Crocodylus rhombifer) cuyo objetivo inicial fue salvarlo de la extinción; gracias a las prácticas proteccionistas, su población se ha logrado recuperar.
El viaje a Cocodrilo es muy pintoresco, sobre todo una vez que se va adentrando en sur, extensa llanura de origen cársico caracterizada por la presencia de casimbas y un espesor ínfimo de suelo donde difícilmente hincan sus raíces árboles de gran porte.
Con frecuencia, la carretera es cruzada por venados, iguanas, cerdos y jabalíes salvajes asustados por la presencia del hombre, o puede estar cubierta por miríadas de cangrejos terrestres que salen al atardecer o ante el fragor de la tronadera que acompaña los aguaceros veraniegos.